El caos del Brexit esta produciendo lecciones que deberíamos aprovechar. Y muchas de ellas van completamente en la línea del caso de la secesión de Quebec,  con el dictamen del Tribunal Supremo de Canadá del que salió la famosa Clarity Act. En ambos casos la clave es esa, la claridad. Evitar la falta de claridad y el votar a oscuras, obteniendo un resultado que muy bien puede no ser el que se pensaba al votar.

En Canadá lo hicieron por dos medios. Por una parte, elevando la barrera. Exigiendo una «mayoría clara», mayor que una mayoría simple. Para no jugarse una decisión tan grave al albur del humor cambiante del momento. Y por otra, con un elemento menos conocido pero probablemente más relevante. Explicando, ¡antes de la votación!, toda una serie de cuestiones bastante complejas y delicadas que necesariamente habrá que negociar de cara a una eventual secesión. O sea, después del voto viene una negociación en la que hay que resolver, con un pacto, toda una serie de problemas … esencialmente imposibles de resolver.

En el Brexit está surgiendo una mayoría dentro de los laboristas, con apoyo de los nacionalistas escoceses, que quieren forzar a Corbyn para que exija lo que llaman un «voto de confirmación». Que supone que, una vez que haya un acuerdo de salida, o la decisión de una salida sin acuerdo, volver la decisión al electorado para que elija si quiere esa forma de concreta Brexit, o prefiere dejar las cosas como están.

Es evidente que la diferencia en las soluciones viene por el distinto momento en el que se paren. Una antes, y la otra después de un referéndum diabólico. Pero las dos apuntan a lo mismo. Una respuesta binaria a un problema complejo es una respuesta a ciegas. No puedes saber qué coño estás votando. Por la sencilla y muy matemática razón de que, mientras que no cambiar lo que hay es una sola solución (seguir como estamos), un cambio indefinido tiene muchas soluciones posibles. Y normalmente no es el caso que todas esas posibles soluciones les gusten a todos más que el no cambio. Lo mayoritario tenderá a ser que si el cambio es de esta forma, lo prefiero; pero si es de esta otra forma, ni de coña.

Tiene guasa cómo se usa el «principio democrático». Para todos los antisistema, y el secesionismo es lo más antisistema que cabe, su idea de la democracia parece ser del tipo de asamblea de kindergarten. Vota algo con nombre muy bonito, pero con concreción muy indefinida, que luego ya te diré yo cómo va el reglamento. O sea, literalmente, vota a ciegas. Pero para ellos un voto de confirmación, en el que se decide entre A (concreto) y B (ya concretado), resulta que no es nada democrático. ¡Porque el pueblo ya había decidido (lo que no podía saber cómo iba a ser)!

Cuando hablan tan pomposamente de democracia, conviene distinguir sin están hablando de democracia kindergarten.

democracia-kindergarten

 

 

 

dialogue – Broken Mirrors

La internacionalización del «procés», esa jugada maestra del supremacismo étnico catalán, bien pudiera ser la mejor herramienta posible conta la payasada xenófoba. Nos negamos a la española. Con una soberbia que nos impide pensar. ¿Rebajarnos a dialogar con una región? ¿Vamos a premiar a los golpistas? ¡Habrase visto! Hasta los gatos quieren zapatos. Lo que pasa es que los gatos pueden dar un por saco bastante notable. Y si destrozan la economía catalana con sus monadas y locuras, nos va a hacer daño a todos. Más a ellos mismos, sí; pero eso no es un consuelo para quien no esté loco. Loco de soberbia y tal.

Y aquí nos puede servir una vez más la Clarity Act canadiense. No necesariamente para regular las condiciones de un referéndum de secesión, pero sí para guiarnos en los principios a aplicar en este tipo de problemas. Que esencialmente son los mismos que se supone que nosotros aplicamos también. Los principios del federalismo, democracia, constitucionalismo, el imperio de la ley, y la protección de las minorías. Es una cita literal de la ley de Canadá.

Se puede discutir que España no tiene que regirse por el principio de federalismo. Pero de hecho es con lo que estamos funcionando. Unos poderes reservados para el gobierno federal; y otros, más bien intocables en la práctica , para las regiones. Es el mismo principio que ya estamos usando, solo que no le llamamos federalismo.

Y sabiendo los principios que pueden guiar ese «hablar» tan urgente, convendría saber el asunto a tratar. No siempre es fácil. Los cantamañanas se hinchan de pedir «hablar», sin decir nunca sobre qué. Asumen la negativa de la otra parte, y es es todo lo que quieren. Por eso lo que habría que hacer es lo contrario de lo que hacemos. ¡¡¡Claro que queremos hablar!!!! Venga, empecemos; dispara.

https://twitter.com/plazaeme/status/944307108278886400

En El Español [–>] dicen que Puchi lo ha planteado así:

Puigdemont explicó este viernes cuál es su plan: esperar a que Mariano Rajoy acepte los resultados e iniciar un diálogo político sobre la independencia.

Hablar con esta gente tiene su arte. Parecen como del kindergarten de Podemos. Se han tirado dos meses sin parar de repetir lo de «aceptar los resultados». Pero no hay cristiano que entienda lo que quieren decir con eso. Llevamos 40 años haciendo multitud elecciones en España, una verdadera pesadilla, y no ha habido nunca nadie que no acepte los resultados. Tal vez el máximo cantamañanas catalán quiera decir que «aceptar los resultados» es «aceptar lo que yo te diga, si gano». Y eso es lo primero que habría que preguntarle. Cosa de saber si un diálogo es siquiera posible; si hay suficientes significados comunes como para entenderse. No se intenta negociar en chino, sin saber hablar en chino.

¿Por qué le ven tanto problema a hablar y a negociar, cuando está chupado?

– ¿Puchi, tienes algún precedente de «no aceptar el resultado de las eleciones»? ¿Cómo podríamos entender esa pregunta de forma que no fuera perfectamente imbécil, o canalla?

Hablar, negociar. Sólo hay que bajarse del pedestal de la soberbia. Eso sí, ya puestos, que sea internacional. Y con transcripción. Clarito y transparente para todo el mundo. El ideal sería a través de cartas públicas. Y una vez sabiendo lo que significa para Puchi «aceptar los resultados», se pasaría al «diálogo político de la secesión». Bien podría ser no menos apasionante que los de Platón. Pongamos:

  • Secesión; ¿derecho o capricho? Citas y ejemplos internacionales.
  • El derecho de autodeterminación de los pueblos. Descolonizaciones y democracias.
  • La voluntat d’un poble y los principios del federalismo y el constitucionalismo.
  • La protección de las lenguas y etnias minoritarias. ¿Hay alguna lengua minoritaria en el mundo más protegida que el catalán, o alguna etnia más privilegiada que el supremacismo xenófobo catalán? ¿En el caso de una secesión de Cataluña, estaríamos aumentando o disminuyendo los derechos lingüísticos, étnicos y culturales dentro de Cataluña? Los derechos de todos, se supone; no los de unos.

secesion-catalunha

No veo cuál es el problema de un «diálogo político de la secesión». Tema apasionante. Pero ya estamos viendo el problema que resulta al hacer un tabú con ello. Y puede ser que Cataluña necesite «acomodo». O más bien los separatas catalanes. Pero si una autonomía tiene «derecho de acomodo», es de suponer que las demás también lo tendrán. O sea, que tendrán voz respecto del «acomodo» general del chiringuito, y de aquello que les afecte en el acomodarse particular de cada cual. Hablemos. Pero hablemos todos.

Además, en el contexto de la Unión Europea, y visto que este asunto también afecta a nuestros socios, no carecería de sentido sugerir que participen con aportaciones teóricas. No para el caso concreto de un Estado Miembro, en el que no es costumbre entrar; pero sí como filosofía política general de la Unión. Estableciendo ideales; principios generales. ¿Cómo queremos ser en la UE cuando seamos mayores?

Lectura imprescindible antes de empezar a hablar. Especialmente porque todo lo que se te ocurra pensar, ya está pensado. Y probalemente mucho mejor pensado. Sobre todo si eres Puchi.

 

 

Rescatado de los comentarios [–>] de la entrada anterior.

Image result for dejad de dar el coñazo

Por Marod

——————————————————————————————————-
Vale, ¿y ahora qué haces?
– Que hagan libremente su referendum, y los botiflers no participan. Porque como “no es legal”, nos la suda.
– Que hagan libremente su referéndum, y los botiflers participan. Nos sigue dando igual, porque “no es legal”.
– Planteamos nosotros nuestro referéndum (por ejemplo Clarity Act).
——————————————————————————————————-

Sin lugar a dudas, hay que plantear nosotros nuestro referéndum (C.Act, por ejemplo)

Me gustaría argumentar la respuesta desde otra perspectiva. Un poco más alejada de tecnicismos concretos. Desde una visión más general, con menos resolución y alejada del detalle. Los detalles para los doctos, que para eso cobran.

Ignoro si previsto o pensado cuando la parieron los próceres que la establecieron, pero uno de los efectos más poderosos (en mi opinión) de la democracia liberal moderna es la anulación de la épica de la rebelión, del romanticismo de enfrentarse a lo prohibido, al opresor.

Ya sabéis aquello de que «todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda». No sé porque, pero hay un componente muy atractivo en el hecho de oponerse y resistirse a lo prohibido.

Cierto que la generación anterior corría delante de los grises defendiendo la libertad, la igualdad, la justicia y todas esas cosas tan preciosas…pero no es menos cierto que añadía un plus de motivación el hecho de que Paquito estuviese ahí representando el orden opresor, la dictadura del «por mis cojones, que son dos».

Ya digo, no sé si calculado o por pura serendipia, pero el hecho de que exista un procedimiento participativo por el que puedes cambiar el gobierno (y las leyes) a través de unos representantes que eliges (ejem)… jode absolutamente el «mito revolucionario». Porque ya no se sostiene, «A las barricadas»… ¿pa qué?. Te han puesto las urnas, ya no puedes jugar con las barricadas.

Esto, socialmente, es un avance impresionante. Genera paz social, y por ende confianza mutua, seguridad jurídica, estabilidad y prosperidad. La hostia. Lo único malo es que también elimina un argumento muy bueno para ligar con chatis, en plan «revolucionario comprometido», pero bueno para eso ya inventaron Tinder 🙂 ….al pan, que me descentro.

Pues el artículo 2 y el principio de legalidad están haciendo el papel de «opresor». Magníficamente, además. Ahora, toda la juventud (más susceptible al mito «rebelión») de Cataluña tiene un poder opresor que niega su causa justa por mis cojones que son dos («no es legal»)… Es perfecto. Si yo tuviese 20 años y viviese en Cataluña sería indepe fijo. ¡Ah!, ¡Cuán maravilloso sería aglutinarme en plazas y calles con pancartas, soflamas y eslogans! ¡Qué gustito sentirme David enfrentándose a Goliath, El Ché frente a los imperialistas, un joven francés frente a De Gaulle en los psicodélicos 60! ¡Qué torrente de endorfinas y adrenalina al poner mi mejor cara de contestatario y susurrar a una chica en la manifa… «debajo del asfalto está la independencia»!

… ¿Se entiende, no?

No sé el tecnicismo concreto para cohonestar esa C. Act con la Consti…pero sí sé que un jurista bueno puede hacer eso y mucho más. Zapatero a tus zapatos, no seré yo (ni ninguno de nosotros) quien dé con la fórmula magistral que haga posible un procedimiento legal para preguntar/consultar/negociar coherente con la actual Consti… pero sí sé qué es necesario. Mucho.

Necesitamos ese «jarro de agua fría» para tanta calentura activista. Y el mejor remedio que hemos inventado es permitir al sujeto propenso a calentarse participar de la decisión.

Tiene truco, claro. Participar no de forma directa, sino con un sistema. Y eso, llámalo como quieras, es lo que buscamos. Da igual que se llame Clarity Act, Ley de Claridad o Ley de dejad de dar el coñazo ya.

Última metáfora, con permiso. Si tenemos un curso del río muy estrecho (marco legal) y mucha agua bajando en torrente (componente emocional)… la mejor solución parece ensanchar el cauce (proceso legal para consultar/negociar cosas extraordinarias). O le damos cauce o más pronto que tarde nos ahogará la riada 😉

Perdón por el ladrillo, es que estoy locuaz hoy 🙂

 

Viene de lo de ayer (Dastis y los nervios).

Con perdón, lo de Luis del Pino es una chorrada como la copa de un pino. Valga la redundancia. Porque no se trata de que “ellos” tengan un problema, sino de que tengan la capacidad de plantearte un buen problema a ti. Y la tienen. Y la van a seguir teniendo. Y la ley ya ha demostrado que no puede evitarlo.

La ley ha demostrado que puede evitar la independencia. De momento. Con más partidarios y más “entusiasmo” … vete a saber.

Pero la ley ha demostrado también que no puede impedir un referéndum. Si en las elecciones 21D salen unos números parecidos a las anteriores, y vuelven a organizar un referéndum, vas a tener referéndum. Y el estado no va a poner ni porras ni vainas en contra. Ni siquiera va a perseguir las urnas o las papeletas antes de la votación. Ni va a plantear otro 155 para impedirlo. O sea, ya tienes un referéndum delante de la nariz. Será en estas elecciones, será en las siguientes, pero tiene toda la pinta de que será. O al menos, de que hay muchas probabilidades. Y si hay muchas probabilidades, tienes que tener una estrategia al respecto. Una estrategia que pueda funcionar. Pero decir que “es su problema”, o que se aplique la ley que ya ha demostrado no poder impedirlo, es de género subni. Total.

Vale, ¿y ahora qué haces?

– Que hagan libremente su referendum, y los botiflers no participan. Porque como “no es legal”, nos la suda.

– Que hagan libremente su referéndum, y los botiflers participan. Nos sigue dando igual, porque “no es legal”.

– Planteamos nosotros nuestro referéndum (por ejemplo Clarity Act).

En realidad ahora estamos en la misma situación de Canadá cuando hizo su Clarity Act. Hasta ahora, la diferencia era que en España “no era legal”. Ahora sabemos que la ley no puede impedirlo. Para el caso, viene a ser lo mismo.

Y ese es todo el problema. Elegir entre una de las tres opciones de arriba, o apostar a que nunca van a volver a ganar unas elecciones (sumando los votos de Potemos, que es partidaria de un referéndum lo más cafre posible). Una apuesta absurda. Y entonces quedan las tres opciones mencionadas. Elige:

– Que hagan libremente su referendum, y los botiflers no participan. Porque como “no es legal”, nos la suda.

– Que hagan libremente su referéndum, y los botiflers participan. Nos sigue dando igual, porque “no es legal”.

– Planteamos nosotros nuestro referéndum (por ejemplo Clarity Act).

A mi me parece un problema bastante sencillo, la verdad. No es más que elegir qué referéndum prefieres; el feo, el malo, o el bueno. Y las consecuencias previsibles dan una pista bastante razonable.

quebec-resultados-unionistas-separatistas

Documentación al caso:

Joé, que se trata de que se pongan nerviosos los separatas, no nosotros. Y es bastante desesperante lo de los atascados del «no es legal». Yo creo que esta discusión, larga para Twitter, muestra las posturas y el problema bastante bien. Clicando se llega al original en Twitter.

ldp-y-dastis