Alvaro Ballesteros


Álvaro Ballesteros

Hace un par de días me llegó un correo electrónico de un amigo preguntándome por una vacante de la ONU para personal local en Serbia enmarcada en el Programa sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El texto de la vacante (en inglés) puede ser consultado en la página web:

Como bien se explica en la mencionada web (bajo los colores de la bandera de España), el Programa de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (nombre ya de por sí pomposo donde los haya) surgió cuando José Luis Rodríguez Zapatero decidió en 2006 aportar un fondo de 528 millones de Euros, a los que el mismísimo ZP sumó otros 98 millones a finales de 2008, para arreglar a cuenta nuestra los problemas del mundo. Nada menos que 128 programas activos en 49 países del mundo sufragados con el dinero de los impuestos de los españolitos de a pie para conseguir dos tipos de objetivos. Oficialmente, la meta era reducir el paro en Yemen, promover la paz y el turismo rural en Serbia, combatir el desempleo entre los jóvenes de Bosnia o Ecuador, distribuir hornos ecológicos entre las mujeres indígenas en Brasil, reducir el acoso sexual en los territorios palestinos, promover la descentralización en Cuba, desarrollar oportunidades empresariales para familias pobres en Panamá, o promover la lucha contra el cambio climático en Afganistán. Extraoficialmente, el objetivo era acabar colocando en Naciones Unidas a Bibiana Aído y a Leire Pajín.

pasta-volando

No deja de ser curioso además que el tal Programa sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio se enorgullezca de desarrollar su labor a través de las estructuras de la ONU, numerosas organizaciones gubernamentales y ONGs (textualmente “desde asociaciones de granjeros y alianzas nacionales hasta ministerios”), asegurando el control a nivel local de dichos programas. Esto, traducido al Román Paladino (y a no ser que queramos creer que la corrupción con mayúsculas es algo exclusivo de España) significa que el Programa de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha tenido, tiene y tendrá más agujeros que los barcos de la Marina iraquí en tiempos de Saddam Hussein. Y ya saben lo que se iba y se va a raudales por esos agujeros, ¿no? El dinero de los impuestos de los españolitos de a pie, que habrán pagado sobresueldos y chanchullos a fundaciones, ONGs, ministerios y amiguetes “a nivel local” en España y en medio mundo.

Ya sé que habrá muchos en nuestro país (desde diplomáticos y políticos de distinto plumaje, hasta lo más “cool” de la progresía) que me catalogarán de fascista por criticar la aportación española a la Cooperación Internacional, pero ¿de verdad hay quien pueda justificar con la que está cayendo que el gobierno Zapatero se comprometiese a aportar 528 millones de Euros en 2006 (con la crisis económica mundial en ciernes) y otros 98 millones a finales de 2008 (con el tsunami de la crisis llamando ya a nuestras puertas)? Con semejante porcentaje de jóvenes españoles en paro, con las cifras de desempleo más altas de Europa, con un Estado del bienestar hecho añicos, con una economía nacional en jirones, con la gente en la calle, desahuciada y sin rumbo, ¿está España como para tolerar dispendios de este tipo? Claro que el problema no se circunscribe a Zapatero and company: ahí siguen sin tocarse bajo el PP despilfarros intolerables como el Senado, las Diputaciones Provinciales, gran parte del entramado de la UE, las subvenciones a sindicatos, partidos políticos y sus Juventudes, estructuras autonómicas, chanchullos a nivel local, cientos de empresas públicas y fundaciones, negocios de políticos (incluidas ONGs), y hasta las panfletarias galas de los Premios Goya.

Ya podíamos ir pensando en tipificar la irresponsabilidad política y en llevar a juicio a los que han llevado al país a la ruina política, económica y moral en la que estamos. Podíamos preguntarnos también en qué pensaban tantos mientras aplaudían al Nerón de turno, porque bien que aplaudían Rubalcaba, Valenciano o la chica de Cascais, y pretenden dar ahora lecciones a otros.

Alvaro Ballesteros

Álvaro Ballesteros.

Hola amigos, creo que esto corrobora lo que yo decía cuando criticaba la intervención occidental en Libia hace un año. Nadie habla ya de ello en nuestro país, pero Zapatero y cía son responsables directos de la situación en Libia. Es lo que ocurre cuando se decide intervenir, que hacemos nuestro el problema. Intervenir está bien si se hace en serio y a largo plazo, con un compromiso real. Y no de boquilla y luego haciéndose el loco cuando todo apesta. La gente vivía mejor con Gadafi que ahora. Pero eso, a Zapatero le da del todo igual. Lo mismo que a Chacón y a la troupe del PSOE, tan falsos como ignorantes. Y no, no estoy defendiendo ni mucho menos a Gadafi, pero si se interviene contra un dictador con la excusa de que este viola los DDHH, debe ser para mejorar la situación, no para permitir violaciones de los DDHH aun mayores.

El País, Maite Rico:

Álvaro Ballesteros

presenta

Fumar mata. De José María Pérez Zúñiga.

Yo tenía un vecino que creía haber dejado de fumar. Lo sé porque lo veía fumarse los cigarrillos a escondidas, asomado a la ventana, a salvo –eso pensaba- de su mujer. Su cambio de personalidad empezó con la prohibición de fumar en los bares. A mi vecino le gustaba ir a esos antros después del trabajo, a tomarse un par de cañas y fumarse un par de cigarrillos, a drogarse de una manera civilizada. Era casi su mejor momento del día, cuando disfrutaba de la alegría de la cerveza y las conversaciones, cuando expulsaba un poco del humo que el resto de la jornada solía echar por la coronilla.

Continúa en el blog de Pérez Zúñiga –>

Álvaro Ballesteros

Que el mundo de la política en España necesita ser reformado profundamente es algo que pocos puedan negar a estas alturas. Mucho se lleva hablando de ello pero muy poco se ha hecho hasta ahora. En España han surgido muchos partidos nuevos cada año, pero las dificultades del sistema han impedido siempre que llegasen a levantar cabeza o que pudiesen aspirar a ser oponentes reales para los partidos tradicionales.  El caso de UPyD es ciertamente especial: un partido alzado contra el reinado de los “políticos profesionales”, pero concebido y liderado por “políticos profesionales”. Un partido que al margen de eslóganes y posados populistas mejor o peor recibidos por una sociedad en general cansada del “más de lo mismo”, se permite errores de calado que dan miedo si en verdad son ellos la alternativa a los de siempre.

El coordinador de política internacional del partido de Rosa Díez, Fernando Maura (ex-PP), organizó recientemente una charla coloquio en la sede de UPyD en Madrid para elogiar la “consolidación de la democracia” en el Kurdistán iraquí. Maura había invitado a un político de dicha región para que explicase la “realidad” de la zona y para “agradecerle” el trabajo de su partido por la “consolidación de la democracia” en “su país”. La web de UPyD da cuenta de la charla coloquio con Fakhir H. Sadiq, representante en España del Partido Democrático del Kurdistán de Irak, mostrando incluso una foto de Maura posando sonriente junto al representante del PDK. Según declaró Fernando Maura, anfitrión de la charla coloquio, «resulta muy enriquecedor conocer el testimonio de primera mano sobre la realidad de un país tan desconocido para muchos como es el Kurdistán de Irak; agradezco sinceramente la visita de Fakhir y le animo a seguir en la lucha por consolidar la democracia en una región tan convulsa de la tierra como es la suya».

Llama la atención la absoluta desfachatez del partido de Rosa Díez, que se permite criticar a todo el arco parlamentario acusando a diestra y siniestra de hacerle la jugada a Amaiur y a Bildu, o que se permite dar lecciones de transparencia y solidez democrática a todos los que acusa de ser “políticos tradicionales”. Parece que en la sede de Rosa Díez se han olvidado (o ignoran, que es peor) que el partido político kurdo-iraquí al que representa Fakhir H. Sadiq, con el que se fotografiaba sonriente Maura, hace años que instauró en la región de Irak bajo su control un régimen de terror, corrupción, nepotismo, violencia política y autoritarismo que hace que los parlamentarios de Bildu parezcan ángeles a su lado.

El gobierno regional del Partido Democrático del Kurdistán de Irak ha sido reiteradamente criticado por Amnistía Internacional, Human Rights Watch y el Comitee para la Proteccion a los Periodistas, entre otros, pero parece que para UPyD eso no es importante. Se olvidó también Maura, al alabar la “acción democrática” del Partido Democrático del Kurdistán de Irak, del hecho de que la jefatura del partido se transmite de padre a hijo (como en la Siria de Assad); o de que el líder del PDK, Massoud Barzani (en la actualidad, Presidente del Kurdistán iraquí) se crió políticamente en el Irán de los Ayatolas; o de que medios internacionales y locales han acusado al PDK y a sus líderes de apropiarse ilegalmente de miles de millones de dólares de los fondos nacionales del petróleo iraquí; o de que cientos de estudiantes se manifestasen en 2011 contra el gobierno del PDK en la capital del Kurdistán iraquí pese a sufrir una dura represión. Datos todos ellos aparentemente irrelevantes para el coordinador de política internacional del partido de Rosa Díez y para la propia Rosa Díez.

Si Fernando Maura (miembro además del patronato de la fundación Progreso y Democracia de UPyD) tuviese cargo público, lo lógico sería pedir su dimisión y/o destitución.  Pero lo de predicar con el ejemplo no parece ser el fuerte del partido auto-erigido en salvador de las esencias democráticas de la Patria. En fin, con alternativas como esta: ¿quién dijo miedo?

Han tenido suerte los “políticos tradicionales”, tan criticados desde el partido de Rosa Díez. Los que se autodenominan como la alternativa democrática que España necesita no son más que otros “políticos profesionales” de semejante calibre.

Vínculo a la nota de prensa de UPyD sobre la funesta charla coloquio:

Álvaro Ballesteros

Experto en Seguridad Internacional y Política Exterior

Nuestro amigo Álvaro Ballesteros publica un artículo sobra la situación en Libia, en El Confidencial:

El actual Jefe de Estado libio en funciones, Mustafa Abdul-Jalil, antiguo ministro de Justicia del régimen de Gadafi, ya ha reconocido que el nuevo Gobierno libio no controla en absoluto el país, que ha quedado dividido en facciones clánicas que se apoyan en sus propias milicias armadas tribales para desafiar el control central de Trípoli sobre el territorio que estas controlan y sobre los recursos energéticos a su disposición.

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