Marod


Por Marod

 

Estimados

Vinculo este enlace respecto a una noticia relacionada con la última polémica de nuestro país (lo de la polémica aquí, es deporte nacional, ya sabéis) con el colectivo LGTBI

Expongo mi relato de hechos y posteriormente hago unas reflexiones acerca de la compleja relación entre la moral y la ley en nuestras sociedades democráticas. Me limito a exponer reflexiones, no soluciones que no tengo, a problemas que quizá no entiendo.

Al lío.

Resulta que Correos (Sociedad Estatal, ojo) organiza y ejecuta una campaña de promoción «homenaje al movimiento LGTBI». Editan unos sellos, y vinilan unas pocas furgos, otros pocos buzones y una oficina.

Total, 12.500 euros (según fuentes del periódico) de inversión. Parece que sólo en sellos ya han vendido más de 18.000.

Ante esta campaña de Correos, el sector conservador (la parte más radical) visibiliza su descontento con el gasto público invertido en un asunto ideológico. Soportando la crítica en la delicada situación económica del país y de la propia Sociedad Estatal de Correos.

A raíz de esa crítica, sale esta noticia que viene a dejar en ridículo ese «enfado» del sector conservador.

Hasta aquí, el relato de hechos que he observado.

Ahora, las vueltas (sólo para valientes 😉)

Los gestores detrás de esa Sociedad Estatal no son idiotas. Podían preveer perfectamente la reacción desmedida (siendo maliciosos, incluso pensar en la repercusión gratis de la posible polémica).

Relatos morales, polémicas garantizadas. De manual.

¿Se van a gastar miles de millones de euros en eso? ¿Pa qué? Si con la mínima inversión le van a sacar rédito…amos hombre que no son idiotas.

Reflexión aislada: la importancia de centrar la crítica en lo objetivo y no en los relatos.

Si la campaña de Correos tiene alguna crítica, de tenerla, se debe centrar en la propia campaña de Correos

En el hecho de homenajear a un colectivo por una cuestión ¿ideológica? (pertenecer al colectivo LGTBI). A los heterosexuales nadie nos homenajea y no ponemos el grito en el cielo, podría argumentar cualquiera de los millones de españoles heterosexuales.

Pero, cagada importante, pican en lo aparente (si ves la foto, parece que hay un parque entero de furgonetas pintadas, y no 5 furgos con un puto vinilo) y lo comparan con la crisis económica.

Pues no joder, vete directo al asunto en cuestión

¿Es criticable que el Gobierno permita campañas o promociones públicas homenajeando a un colectivo?

¿Ser LGTBI es una condición social, biológica o ideológica?

Una actriz activista del movimiento LGTBI lo compara con la condición racial.

Una enorme pista de lo que Plaza ha explicado siempre de forma impecable.

Es un relato moral. No se consideran una opción ideológica, sino una condición personal.

No es que PIENSEN así, es que se SIENTEN así.

El problema, en mi opinión, es que todavía no han conseguido una aceptación moral completa por parte de la sociedad.

Hay una parte de la sociedad que sigue negando la condición igual de esas personas que presentan esas características concretas (opciones de género y sexuales).

Que no les persigue, ni los juzga, ni los encarcela, ni les obliga a renunciar a esas preferencias, pero que considera que esa condición no les otorga ningún derecho a cambiar o adaptar instituciones jurídicas (matrimonio, filiación, etc).

Es, a mi modo de ver, la mejor razón por la cual los heterosexuales no necesitamos homenajes. Todas esas cosas «sociales» están pensadas y diseñadas por nosotros. Los «normales».

Lógico, si consideramos que las cosas sociales se hacen para la mayoría de la gente. Están basadas en usos y costumbres sociales que ya estaban ahí antes de las leyes.

Luego, en parte, sí tiene razón la actriz al posicionar el asunto en el aspecto moral puro y duro. Visto, además, que el económico era un poco bluf.

Sin embargo, la famosa equidistancia no me impide recordar que el movimiento LGTBI, lejos de limitarse a reivindicar su condición como una opción personal legítima y acreedora de los mismos derechos que el resto, defiende también otras demandas bastante menos morales, y sí económicas.

Me refiero, como no, a las demandas de discriminaciones positivas y cosas así.

Eso sí es política y creo que fueron los primeros en mezclarlo.

En este caso, no creo que la campaña de Correos tenga mucha crítica, la verdad.

No veo mucha ideología en «homenaje al colectivo LGTBI». Eso son personas, al fin y al cabo. Un colectivo de personas de todo tipo de ideología y condición. Que en determinados momentos históricos sufrieron persecuciones u ostracismo por el mero hecho de ser lesbianas, gays, transexuales o lo que fuere.

Pues me alegro de que ahora hagamos homenajes, me parece perfecto.

Pero la política siempre será discutible, y una parte de lo vuestro es política. Esto de Correos no me lo parece.

Pero una cosa es ponerle pegatinas a un buzón, y otra diferente bonificar tu contratación laboral.

Pues ya estaría todo más o menos, 😉

Añadido para los comentarios (pm):

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Gráfico añadido para la discusión, por Marod.

marod-matrimonios

Para Demo:

Por Marod

Nota: Marod contesta a este comentario [–>].

A Plaza le «motiva» que yo argumente la necesidad de protección como solución al problema de la violencia de género. Mejor dicho, le motiva que yo crea que con más medidas de protección y más medios se soluciona el problema de la violencia de género.
Creo que le extraña (y un poco le fascina, quizá 😉) que no le hagamos (ley en mano) puto caso a la realidad que nos demuestra eficazmente la estadística.

Yo no tengo la respuesta. Pero puedo aventurar una. Como estoy en fase zen, me voy a enrollar como una persiana. Y sinceramente, con permiso, solicito entrada nueva.

Creo que, en el fondo, no hablamos de lo mismo. Ese plano de la realidad física que medimos con estadísticas es lo que le debe importar a los políticos.

Desde luego, en esta sociedad quien no llora, no mama. Los problemas más importantes son, en realidad, los que más repercusión tienen. Y para ello no hay nada mejor que los problemas que tú defiendes sean los más urgentes, los más catastróficos o los más horripilantes que te puedas imaginar.

Ciertamente, desde un punto de vista político conviene plantearse qué problemas y cuánto beneficio obtenemos de destinar más recursos a la lucha contra la violencia de género. Y ahí, obviamente, es dónde entran con fuerza las estadísticas que nos «negamos» a mirar.

Te motiva averiguar qué razón nos hace pensar que sea una buena idea el hecho de que una sociedad con unos recursos limitados, destine una creciente y creciente parte de esos recursos a la lucha contra un problema residual o equivocado.

No soy idiota. No me niego a mirarla. Sencillamente me resulta ajena. A mí me da igual que el PP se gaste más dinero en toros y curas a que el PSOE se lo gaste en paridades, arcoiris y laicismo.

Lo mismo que me resulta indiferente que el PP se lo gaste en Mariano sé fuerte, la gurtel, o que el PSOE en farlopa y en putas.

La gente más cegada políticamente es aquella que cree que la lucha contra la violencia de género empezó en 2004 con Zapatero. Y la que cree que terminaría con VOX en un hipotético futuro.

Con Franco no se medían delitos de violencia de género. Era un problema de escasa repercusión. Alguno se piensa que el franquismo iba animando a los hombres a maltratar a sus mujeres, pero ni siquiera era algo que le importara. Sencillamente, si no llegaba a mayores, pues ni le prestaban atención. Cosas de pareja, oye. Tampoco te metas.

Con la llegada de la pluralidad ideológica, la relevancia de los problemas va cambiando de forma y color.

Y empezamos a medirlo y a exigirlo y a decir uy uy uy terrorismo, la de Dios, Venezuela!
El resultado es que ahora gastamos energía (y recursos) en algo que tenía una incidencia social de 80/90/100 víctimas mortales por año y que ha pasado a 50/60 víctimas por año. Un cero coma mierda, seguro. Contra eso no se puede hacer nada. Joer que voten a otros, la gente tú! Cosas de la democracia.

Por eso no me importa la realidad estadística. No es cosa mía. Yo aprecio mis derechos. Mi plano de realidad es el ideal del sistema. La Constitución no es lo que la Sociedad es. Es lo que quiere ser.

Y en el tema que nos ocupa, la sociedad quiere que cada uno de nosotros y nosotras, por el mero hecho de ser personas, seamos titulares de unos Derechos. Entre ellos algo que valoramos tanto como la vida, la salud o la integridad física. Yo solo miro si se están defendiendo bien esos derechos o no. Si es correcto destinar más o menos recursos y repercusión a un problema es cosa del legislador. O sea, del político. Porque lo que yo miro es que detrás de ese 0,000000 mierda que se haya logrado rebajar en violencia de género hay una mujer. Una de verdad, más real incluso que la realidad estadística.
Hay una titular del Derecho a la vida a la que el Estado (nuestro esfuerzo común) le ha cumplido lo prometido.

Mi visión es más judicial. Yo sólo miro si el legislador (el político) se está pasando de frenada o no. Y dónde se está pasando. Por eso trato de explicar que el principio de igualdad en lo que responde a las medidas de protección para las víctimas se cumple. Nuestras leyes son conformes al principio de igualdad porque esas medidas están diseñadas para ambos cónyuges o personas.

Si esas medidas son excesivas, inoportunas o escasamente eficaces depende de lo que decidan los que han ganado las elecciones. O sea, los que nosotros votamos. Esa discusión se cierra fácil. Haber votado muerte, a joderse.

Hay personas que confunden las leyes con la política. Lo malo es cuando se hacen relevantes 🙈. Tipo troll, los de la caverna y los feminazis y esas cosas.

Hay gente que cree que lanzar al aire que hay muchas denuncias falsas para mostrar lo innecesario que es el esfuerzo en ese «problema» y, a la vez, lo injusto que resulta es un argumento político.

Pero no, es un argumento legal. Y legalmente las denuncias falsas no son ningún puto problema. Ni lo eran cuando Franco, ni lo eran con Aznar, ni lo serán jamás en la puñetera vida.

Porque las leyes se diseñan para proteger esos derechos ideales que cité antes. Y si se trata de proteger la vida, las denuncias falsas nos importan una mierda. Porque detrás de las estadísticas hay personas. Nos lo agradecen en silencio.

Las denuncias falsas (de todo tipo y condición) nos parecen una marranada muy grande. Tan grande que la catalogamos como delito. Tienen su propio tratamiento legal. No resultan un problema en la violencia de género.

Confrontamos bastante bien los hechos. Requerimos peritos, testigos, hay abogados, fiscales, jueces. Gente que se gana la vida vigilándose la una a la otra para atacarse, defenderse y sentenciarse.

Yo hago críticas legales donde sí pinta bastante más. Porque supone un problema de validez de la ley. Yo sí critico la ley integral de la violencia de género porque establece una violación flagrante de mi principio de inocencia. La reforma que introduce dicha ley en el código penal, hace que si yo amenazo a mi mujer me caiga más pena por el mero hecho de ser yo el hombre de la relación.

Porque la ley integral de la violencia de género da por sentado que yo, por ese mero hecho actúo con la intención añadida de lesionarle también sus derechos fundamentales (libertad, discriminación, etc etc). Eso es una presunción. A lo mejor la he amenazado por haberme cogido el coche sin permiso y sin carnet y haberlo estampado contra la valla del vecino. Esa presunción contra la que nada se puede alegar, es la que me condena culpable de una conducta que nadie debe demostrar.

Así que no te extrañe tanto que no mire la realidad estadística, la política me aburre. No es pensamiento crítico, tan sólo es el resultado de la voluntad de unos cuantos millones sapiens discutiendo y enviándose «memes»; expresado en una papeleta que introducen cada cierto tiempo en unas urnas de metacrilato.

Saber si están haciendo trampas en su «ficticio» juego, pasándose la Constitución por el forro, siempre tiene discusión. No hace falta saber de medicina, ni de paleontología. Basta con poner el artículo y darle vueltas 😜

Añadidos para la discusión (pm).

melania

hubbard

Por Marod

No suelo ver la televisión tradicional. Me empieza a parecer un tanto anacrónico eso de tener que tragarme lo que decida el responsable de la cadena de turno. Sin embargo, esta semana hice excepción a mi norma, y puse el aparato de fondo.

En la Sexta me encontré una entrevista a Carla Antoneli. Para los que no tengáis el gusto (o el disgusto, nunca se sabe) de conocerla, sólo os puedo decir que es diputada y transexual. De profesión artista, de las que compaginan el artisteo con el activismo político. Total, que a base de activismo pro-LGTBI, y defender los derechos de ese colectivo llegó a diputada. Ignoro de qué partido político, y ni ganas de buscarlo. Para eso está San Google.

El caso es que es me llamó la atención y dejé por un ratito la pulsión del mando a distancia de la TV. Hablaba cómodamente de la historia y la lucha por los derechos civiles de las personas transexuales, ya que la entrevista era en un tono amable y comprensivo. El viento a favor, vaya.

Reconozco que empezó a aburrirme un tanto, así que mi mente se puso a divagar. Me quedé pensando en la cantidad de siglas que se van incorporando a la cuestión de género (que se confunde o se funde con la identidad sexual). Yo me quedé en lo de L.G.T.B. Sé que hay por lo menos una I (¿Intersexual?) y alguna más. Me pierdo un poco, la verdad.
Es una especie de epidemia de géneros. Como si de repente, alguien hubiera abierto una caja de Pandora arcoíris, y salieran a la luz un montón de identidades de género que desconocíamos.
En un momento de la entrevista, Carla nos relata la satisfacción personal que le produce el hecho que de «aquellos que nos insultaban, nos golpeaban y nos encarcelaban, tengan que llamarme hoy señoría» (más o menos, la cita no es textual).

Creo que es un error enfocar el discurso de esa manera. Es un discurso excluyente, agresivo y provocador porque lo personaliza. Quita a las personas y queda mucho más aséptico, más limpito. Podría haber hablado de la satisfacción que le produce el hecho de que la sociedad española haya pasado en pocos años de maltratar a los transexuales a reconocerles sus derechos formales y que puedan ser diputadas, presidentas o cualquier otra cosa.
No pretendo que la señora Antoneli aprecie esta sutileza, o cambie una coma de lo que quiera decir, básicamente porque es una idiotez pedirle peras a un olmo. Pero creo que hay que señalarlo porque es uno de los problemas que tenemos: el uso de las cargas valorativas del lenguaje.

Y al final, me quedé pensando que la entrevista sólo analizó el asunto desde un plano puramente subjetivo y emocional. La puñetera estética, que nos puede más que la ética. Y como nadie habló de los Derechos que se ganan, y de otros que se ven afectados… pues me voy a quitar el sinsabor. Os jodéis, que va ladrillo 😉

Como no podía ser de otra manera, vamos al libro gordo de petete para comprobar qué dijo nuestro legislador supremo allá por el año 78 del siglo pasado.

Artículo 10

1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social

Este es el artículo que nos garantiza que nos podamos definir como queramos. Libre desarrollo de la personalidad. Hay que fijarse también en esa coletilla de «los derechos de los demás», pero en principio, si no afecta al orden público es una especie de «haz lo que te dé la gana».

Estaremos de acuerdo en que cada persona debe poder tener el derecho de autodefinirse como quiera. Como si quieres decir que eres senelita, ya ves tú. Eso no presenta problema alguno.
El problema viene después. El problema viene cuando a esa «definición» pretendemos aplicarle este otro artículo:

Artículo 14

Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Bien, nos definimos como intersexuales, o como Queer, o lo que sea y ya tenemos una «circunstancia personal o social». Y empiezan los problemas. ¿Por qué yo no puedo casarme? ¿Por qué yo no puedo entrar en el ejército? ¿Por qué yo no puedo adoptar? etc etc etc.

Es un quebradero de cabeza, pero bueno, poco a poco se van incluyendo en la sociedad como miembros de pleno derecho, individuos que históricamente estaban denostados en nuestra sociedad. Y eso me parece algo positivo. Cuantos más individuos sean capaces de incluirse dentro del marco jurídico y social de nuestra convivencia, más opciones tenemos como Sociedad de aprovechar de todo lo que nos puedan aportar esos individuos.

El redoble de tambor viene cuando metemos en la coctelera este otro artículo:

Artículo 9.2

Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

Aquí ya empieza el delirio y surgen peticiones de lo más peregrinas. Esas cosas de paridades, discriminaciones positivas y tal. Trabajo para políticos, jueces y esa gente. La dificultad estriba en identificar (y sobretodo medir y demostrar) esos «obstáculos que impiden o dificultan la plena integración en la vida política, bla bla bla». Y con lo poco amigos que son nuestros legisladores de hacer esos ejercicios, pues pueden salir leyes de esas difíciles de entender.

Concluyendo, que algún/a ya está roncando, con las reflexiones finales. Muy dylaniano, preguntas que lanzo al ruedo

El hecho de reconocer esa libertad de género, ¿No es una forma de fomentar las desigualdades en el seno de la sociedad? Me refiero, a que nosotros los hombres blancos heterosexuales se supone que somos los dominadores de esta sociedad «Hetero-patriarcal»… si nos van poniendo cajitas al paso, acabamos discriminando (incluso sin querer) a un montón de colectivos de los que ni siquiera habíamos oído hablar. Es difícil discriminar a alguien que ni siquiera sabes definir. No lo digo tanto por los géneros «clásicos» (hetero, homo, lesbi, bi), pero coño, de verdad, yo no sé qué es exactamente un intersexual. No sabría distinguirlo de un bisexual.

¿Es lícito coartar o coaccionar la libertad de los individuos en pro de mejorar su integración en la sociedad? Llevado al paroxismo podríamos negar todo género y empezar a denominarnos a todos personas. Cuantos menos colectivos, cuanto menos «indentitis», menos problemas. Sin embargo, negar esa posibilidad de autodefinirse a la persona nos acerca al totalitarismo social. Varón/hembra y si no, no encajas en esta sociedad, chaval… vete a California que allí te dejan casarte con una gallina si quieres.

La sociedad evoluciona y aumenta, todo es más complejo. Y sí, la ventaja de la diversidad y la inclusión nos ayuda a una cooperación a escala de millones de individuos; pero el riesgo es que esto se convierta en una «jaula de grillos», y entre tanto grito de «facha yo? facha tu puta madre» no nos entendamos.

Ahí os siembro la duda… a ver qué nos trae la cosecha 😉

Añado foto para la discusión (pm).

maya-forstater

Por Marod

TERCER ASALTO: LA NEGACIÓN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Yo aquí no he dicho que tenga el conocimiento. He dicho que me gustaría ver los estudios. No tenía idea que se medía el número de imbéciles (por abreviar) y se les dividía entre izquierda y derecha (quien coño habrá pagado el estudio ese? Y para que lo querrá?).

Estudios a parte. Mi creencia (sin base objetiva) es que en cuanto a esos estudios habría mucho que mirar, incluso buscar si son aceptados pacíficamente, o hay estudios que los contradigan… antes de aceptarlos como conocimiento objetivo. No tengo tanto interés, me avengo a que los de izquierdas son más totalitarios.

Lo que pasa también es que saltamos con mucha alegría del pensamiento individual al colectivo. Lo que dice una mema en un programa de telebasura tertuliana es pensamiento individual (opinión), muy influido por su ideología, pero individual. Esa mema no está exponiendo el pensamiento de la izquierda. Exactamente igual que un memo en Twitter.

Eso lo determina mucho mejor la posición de los partidos políticos más representativos de cada corriente ideológica. El PSOE de hoy es hijo del socialismo, del marxismo y este del materialismo dialéctico de Hegel. Hay toda una tradición de pensamiento detrás. El PSOE no es un fulano. Como el PP es hijo del liberalismo clásico, de la democracia Cristiana y de la Monarquía. El PP tampoco es un fulano, ni siquiera el Pablo Casado.
Y no es lo mismo. Pues vale, hay más pequeños Mussolinis (ya es mala baba) en la izquierda. Enunciado el problema y demostrado con esos estudios, es hora de hacer qué?
No creo que se pueda hacer nada con ese conocimiento. Mientras sigamos en un Estado de Derecho, claro. Si esto supone una amenaza al Estado de Derecho…entonces tenemos un verdadero problema.

De momento, el PSOE no propone eliminar la libertad de expresión en su programa. Ni tampoco deportar a castellanoparlantes a ningún sitio.
Dales un tiempo, a ver 😉

Respuesta (pm)

Esto nos puede servir para generalizar un poco. Pero vamos a hacerlo a partir de un ejemplo muy gráfico. La visión de un reconocido «progresista» sobre ese problema. Pero detalle más interesante es lo démodé de su mentalidad. Se ve muy bien en que tanto su invitada, como su público, están en completo desacuerdo. Están encantados en que se suprima la libertad de expresión a los «malos».

Te lo traduzco:

Porque Alex Jones, que no es mi amigo,  que dice mentiras absurdas sobre mi, ha sido expulsado de Twitter y Facebook, y otras plataformas, y creo que …

Aquí se produce una interrupción, con grandes apausos del público. Y pomposos gestos afirmativos, muy seguros, de la fanática que le acompaña. Que acaba en un ¡gracias a Dios! Ante lo que Bill Maher se ve obligado a impartir una lección moral para el progresismo. (Nota: traduzco liberal por progresista, del lenguaje polítio de EEUU).

bill-maher

Esto … bueno … si eres progresista se supone que estás por la libertad de expresión. Eso es: libertad de expresión para aquello que odias. Eso es lo que quiere decir libertad de expresión. Estamos perdiendo el significado de un concepto que es importante para este país. Si te preocupa la esencia real americana (the real american shit), o no. Y si te preocupa, se aplica a todas las partes. A mi no me gusta Alex Jones, pero Alex Jones tiene que poder hablar. Todo el mundo tiene que poder hablar.

Te recuerdo que en un asalto anterior asegurabas que no discutimos la libertad de expresión. Pues eso tiene gracia, porque como ese ejemplo de Bill Maher  te puedo poner multitud más de vídeos, y de artículos de prensa, de autores muy conocidos pero no suficientemente numerosos, que se ven frecuentemente obligados a defender una libertad de expresión que ven que se pierde. Que se pierde por un neo-totalitarismo que se ha instalado en la izquierda dominante. También te puedo mostrar artículos en medios tan poco marginales como el New York Times, donde sesudos progres de la corriente principal de la izquierda desmienten la existencia el problema … ¡asegurando que la libertad de expresión no se debe aplicar al mensaje que odiamos! Sumando todo, la idea de que no discutimos la libertad de expresión es bastante peregrina. Porque es una de las discusiones principales de este tiempo.

¿Tal vez te refieres a que en España no se discute, porque el PSOE no tiene nada en su programa sobre la eliminación de la libertad de expresión? En primer lugar, España no produce debates exportables. Se limita a importar el resultado de los debates que ocurren fuera. Si quieres saber lo que va a pasar en España, lo que tienes que mirar son los combates intelectuales que ocurren en los países que exportan ideas. Y en segundo lugar, tampoco hay en EEUU ningún candidato cuyo programa avance el recorte de la libertad de expresión. Solamente hay la práctica, cada vez mas extendida, claramente desde la izquierda, y que cuenta con la nada disimulada simpatía y apoyo de todo el establishment demócrata.

Seguimos con tu formidable despiste sobre cómo funciona el mundo. Si quieres saber si se va a imponer la minifalda o la sharía, es absurdo que mires la ley o los programas de los partidos políticos. Porque lo que estarías mirando es cuál opción ha triunfado ya. Y si quieres intervenir en esa lucha, leyes y programas es el último lugar sobre el que debes actuar. Esos elementos se cambian cuando ya ha habido una victoria o un fracaso. Cuando algo ya se ha convertido en moral dominante. Lo de «dales tiempo, a ver …» significa: espera a que ya hayan ganado.

De momento, el PSOE no propone eliminar la libertad de expresión en su programa. Ni tampoco deportar a castellanoparlantes a ningún sitio.

Que yo sepa, nadie propone deportar castellano-parlantes. Ni siquiera los más asquerosos y confesos racistas catalanes, como Torra o Pujol. Lo que pretenden, y practican, es convertirlos en vernáculo-parlantes. Y como tienen una idea de «identidad» ligada a la lengua, en la que queda perfectamente incrustado lo que cada «identidad» debe pensar, el resultado de la monada es un cambio forzado de la «identidad» de la mayor parte de la población de ciertas zonas. O sea, un auténtico «identicidio». Y ahora dime si el PSOE está haciendo algo en contra de eso, o a favor.

 Pues vale, hay más pequeños Mussolinis (ya es mala baba) en la izquierda. Enunciado el problema y demostrado con esos estudios, es hora de hacer qué?

Te lo acaba de demostrar muy gráficamente Bill Maher. Los ataques generalizados contra la libertad de expresión son una lucha moral (una herramienta) de la izquierda neo-totalitaria. Y las guerras morales no se combaten con leyes ni programas, sino con moralidad. Leyes y programas se limitan a dar constancia de quién ha ganado. Y en este caso, y que se conozcan, sólo hay dos tipos de moralidad para combatir el neo-totalitarsimo de nuestra izquierda. Podríamos llamarles el estilo Bill Maher, y el estilo Trump.

Si te fijas, Maher ha hecho una operación moral de libro en el vídeo de arriba. Según la definición de moral que he venido haciendo en las entradas anteriores. No hay ningún razonamiento, ni medición, ni contexto, ni motivo, ni vainas. Establece un valor que pretende ser universal; obligado para todos los miembros del grupo. Progresistas y verdaderos americanos. Si no lo compartes, no puedes ser miembro del grupo. El valor establece: libertad de expresión es la libertad de la expresión que odias. Eso es la moralidad. Un triste coñazo para niños que debería restingirse mucho. Pero es necesaria hasta cierto punto. Y meter la libertad de expresión entre los puntos necesarios, hace la diferencia entre una democracia liberal y Venezuela. O entre una democracia liberal y Cataluña. Y ahora nos explicas lo que hace el PSOE por la libertad de expresión en Cataluña. De hecho hace mucho en contra. Pero ante una apisonadora moral, la mera inhibición es abrirle camino.

De Trump es mejor no hablar. Donde Maher intenta favorecer una moralidad mejor, más «vivible» para todos (si quieres te lo razono, pero espero que no haga falta), Trump impulsa la moralidad opuesta a la de apisonadora. Pero es igualmente apisonadora.

Así que tienes tres opciones, y todas vienen antes de la ley y de los programas de los partidos políticos.

  1. Dejas que el neo-totalitarismo de izquierda acabe con la libertad de expresión.
  2. Dejas que Trump acabe con la libertad de expresión, imponiendo la contraria.
  3. Copias lo que está haciendo Bill Maher en ese vídeo. Sin «esperar a ver» lo que acabe diciendo la ley o los programas, porque entonces ya será tarde.

La inhibición, por supuesto, es tomar -o favorecer- una postura. La que de momento va ganando de calle (la 1), o -eventualmente- la que muestra fuerza social para combatirla (la 2).

 

 

Por Marod

 

Vamos a ver, tú dices que la izquierda emplea criterios morales y la derecha de funciona o no funciona. (Cito: «Hoy la izquierda funciona esencialmente en términos morales (lo bueno, lo malo) y la derecha -y sobre todo el centro- en términos prácticos (lo que funciona, lo que no funciona»).

Y creí haber visto (debí fliparlo) que alguien me decía que estaba haciendo lo mismo que Al al poner cuatro ejemplos del aborto y el matrimonio gay.

Pues ni parecido. Mi argumento es que la política y la moral están íntimamente relacionadas, especialmente en las cuestiones importantes.

Y para una mejor comprensión del mismo, pongo algún ejemplo. Jamás he dicho que sean hechos probados, es mi opinión argumentada.

Mi opinión se basa en la observación del contrato social. La derecha y la izquierda son entidades políticas. Las que legislan y gobiernan. Y si pillas la Constitución, desde el título preliminar, pasando a los derechos y libertades públicos, siguiendo por la ordenación territorial y terminando por la Corona…es esencialmente moral.

Es el mínimo moral reflejado en el contrato social. En el que tenemos, el que está en vigor y funcionando.

¿Cuál cojones es el criterio de eficacia de que haya libertad de expresión? Las sociedades sin ella funcionaron en el pasado tan ricamente. Una sociedad puede funcionar sin libertad de expresión. Es más, vemos una sería amenaza a nuestra propia supervivencia en el creciente empuje de sociedades totalitarias que miran a la Meca y empuñan ametralladoras o conducen furgonetas.

Sí, sí que fomenta la competencia de ideas. Muy bien. Y tiene otros inconvenientes que nunca medimos. Porque no discutimos la libertad de expresión. Es moral. La nuestra.

Este es el soporte del argumento, uso ejemplos por abreviar y por facilitar su comprensión. Nunca con la intención de negar discusiones. Nada de lo que digo son HECHOS PROBADOS. Son hechos objetivos, comprobables y rebatibles. Incluso erróneos. Mira la Constitución y argumenta otra cosa.

Yo hablo de materia observable, y vosotros me habláis de «ambientes». Claro, por eso no lo entiendo. Debo ser de otro ambiente.

Respuesta (pm)

Es ligeramente distinto «emplea criterios morales» que «funciona en términos morales». Cuando digo «funciona en términos X» quiero decir que utiliza la herramienta X. Si quieres «emplear criterios X» necesitas un criterio en primer lugar. Que no creo que sea el caso. Un criterio es un juicio o discernimiento, pero el uso político de la moral es una simple memorización. Por ejemplo, Inés Arrimadas (O Ciudadanos) es fascista. ¿Cuál es el «criterio», dónde está? Nadie lo sabe. ¡Es fascista porque es fascista! Porque los jefes de la tribu la han marcado como tal. Pero el «criterio» (definición -> correspondencia) es notablemente ausente. Un agujero negro.

En cambio sí es funcionar en términos morales, aunque sin ningún «criterio». Una vez le has puesto el cromo en la frente a Arrimadas, toda la tribu sabe que es algo (1) universal (lo debe creer toda la tribu); (2) obligado (si no lo crees, te explulsan de la tribu); (3) confiere identidad (separa a los que son de la tribu de «los otros»); (4) absoluto (no hay medición, ni contexto, ni zarandajas); y (5) tabú (no se discute, ni se piensa: se «sabe»).

Te acabo de cascar una definición dinámica de la moral. Con ella no sabemos lo que «es», pero sabemos algo mucho más interesante: lo que hace. Siempre que encuentres algo que hace lo mismo, sabrás que es moral. Y cuando se trate de algo que no hace lo mismo, no será moral. Por ejemplo, una Constitución. O las leyes. Que pueden y suelen recoger elementos de la moral, pero no hacen lo que hace la moral. Tienes que cumplir las leyes, pero no tienes que creerlas. Ni no discutirlas. Y es por eso por lo que las leyes contemplan su propio cambio, cosa que no hace ninguna moral. Las leyes son obligatorias, pero no son tabú.

Podrías alegar que -para ti- moral es otra cosa. Pero no harías nada; mi argumento se basa en esta definción de moral. Que por otra parte es algo que obviamente existe, le llames como le llames.

Mi argumento es que la política y la moral están íntimamente relacionadas, especialmente en las cuestiones importantes.

Ni idea de lo que son para ti las «cuestiones importantes». Seguramente cuestiones morales. Pero la cuestión política más importante, y el motivo de que se inventaran los parlamentos, es el presupuesto. Y sí, el presupuesto se puede entender como una cuestión moral, o como una cuestión práctica. Por ejemplo, en términos de «igualdad», «derechos sociales», o «justicia social», es una indudable cuestión moral. Nadie puede no creer en la igualdad, los derechos sociales, o la justicia social, sin ser un perfecto pecador. Y esto es tan absoluto como cualquier otro planteamiento moral. Pero también puedes plantear el presupuesto en términos de eficacia. Lo que ya se ha visto funcionar (conseguir) en términos de crecimiento, o del objetivo que sea. O lo que, por los argumentos que sea, se puede presumir que funcionará. Y ahora dime cuál de los dos planteamientos es más propio de la izquierda, y cuál de la derecha.

Es indudable que también hay elementos políticos morales en la derecha. En el centro, muy poco. Y están ligados, o a la religión, o a la libertad entendida como cuestión moral (los libertarios). Algo bastante minoritario dentro del grupo. Pero no confundas la religión con la tradición. La primera es moral. La segunda es eminentemente práctica: se sabe lo que resulta de ella, y desde hace siglos — no jodamos la marrana. Esta es la clásica postura conservadora, siempre muy ligada al principio de realidad. Y el ejemplo más claro que tienes es aquello que discutimos sobre la sentencia del Supremo de EEUU, a cuenta del matrimonio arco iris. Aquel voto particular que empleaba la religión, no como moral, sino como tradición – y universal. Si todas las sociedades que conocemos (y por lo tanto estables y funcionales) hacen lo mismo, es muy de sospechar que haya un motivo funcional para el asunto. Y que las que no han seguido el mismo camino, han desaparecido en la niebla de la historia sin dejar huella.  No cabe un planteamieno más de funciona / no funciona que ese. Y ese planteamiento, hoy, es prácticamente exclusivo de la no-izquierda.

Este es mi argumento. Ahora podemos ir a la casuística. Por ejemplo esta foto.

talibancinhos

Digamos que es una «lucha» de opinión. Criaturas angelicales que se sienten «agredidas» porque otros expresen su opinión, y reaccionan así. Es en España. ¿Tienes alguna duda de que son de izquierdas? ¿Te atreverías a apostar lo contrario teniendo sólo esa información? No creo.

Sigamos. ¿Es -para ellos- una cuestión moral? Sin duda alguna. Se trata del silenciamiento de Galicia Bilingüe. Algo que es (1) universal (lo debe creer toda la tribu); (2) obligado (si no lo crees, te explulsan de la tribu); (3) confiere identidad (separa a los que son de la tribu de «los otros»); (4) absoluto (no hay medición, ni contexto, ni zarandajas); y (5) tabú (no se discute, ni se piensa: se «sabe»).

Y ahora ya sabes otra cosa sobre la moral. Al contrario que las leyes, genera violencia en cuanto hay más de una en el mismo sitio. Porque la moral te obliga a odiar lo inmoral, y al inmoral; y a acabar con ello — si puedes. Por eso mezclar moral y política es una estrategia poco recomendable, salvo que seas un político que lo quiere usar como herramienta para alcanzar el poder. ¿Y quién es el especialista en este segundo aspecto? ¡Pues la izquierda! Con todas esas políticas de identidad, de victimología, de malvados opresores, y el resto de tiernos cuentos que no son otra cosa que moralina barata para mentes infantiles. 

No sé por qué te cuesta entenderlo.

¿Cuál cojones es el criterio de eficacia de que haya libertad de expresión?

¿Es una pregunta real? ¿Quieres echar un vistazo a las sociedades que tienen libertad de expresión como norma fundamental desde hace tiempo, y compararlas con las que no? Pues ya tienes otro funciona / no funciona, de libro. Pero es muy distinto mirar la libertad de expresión como asunto moral, que como asunto funcional. Por eso tú consideras, con la izquierda, que la libertad de expresión incluye el deber de que te escuchen (escraches y tal), y yo no. Valga como otro caso de la visión moral o funcional de la política. Y en el tuyo, seguramente cabe que los parlamentos se conviertan en circos llenos de disfraces y carteles. Pero en ninguno de los países fundacionales de la libertad de expresión, que suelen coincidir con los que más tienen, como EEUU, Gran Bretaña, o Francia, permiten hacer del parlamento una payasada. Porque la libertad de expresión, siendo fundamental, no es tampoco un absoluto. Y tiene sus formas.

Apuesta: Grupo impide que Fulano dé una charla en la Universidad X. ¿Tienes algún problema para apostar si ese grupo es de derechas o de izquierdas? Pista: siempre que no puedes soportar que otro hable, así sea a su propia gente y en un sitio reservado para ellos, se trata de un problema moral. Y nadie duda de tu apuesta sobre la afiliación política del grupo silenciador. Ni siquiera tú mismo.

Porque no discutimos la libertad de expresión

¿No? Probablemente es la principal discusión política en EEUU en este momento. Hasta el punto de que si alguien menciona la primera enmienda en una universidad, automáticamente es tildado de «extrema derecha». Y se debe, según mi argumento, a la aberrante «moralización» de la izquierda. Si algo es moral, no hay nada de lo que hablar. Ni cabe libertad de expresión. ¿Admitirías un curso sobre las distintas y suculentas formas de cocinar cada parte del cuerpo humano? ¿O sobre el estimulante romanticismo y otras ventajas espirituales de la pederastia? Bueno, pues eso es moral. Y circula completamente al margen de las leyes. A ver si nos vamos centrando en lo que estamos hablando. Cuando la política, por ejemplo la política lingüística, se convierte en moral, lo que ocurre es esto. Siempre:

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Y espero que no vayas a intentar colar que igualmente el bilingüísmo es una cuestión moral para Galicia Bilingüe. En absoluto; no le pegan a nadie, y no tratan de callar a nadie. Pista: los «talibanciños» no necesitan escolta.

Para GB es una cuestión eminentemente práctica, salvo el pequeño detalle de que no pegar a los demás también entra dentro de la moral. Dos motivos prácticos. Tengamos la fiesta en paz, y tradición: sociedades bilingües es lo más común a lo largo de la historia y geografía humanas. Y saben resolver sus cuestiones lingüíticas y sus cambios de lengua sin ninguna necesidad de moral (o de política) por medio. Claro que ahora puedes alegar la necesidad de «salvar» (algunas) lenguas. Pero eso, Marod, sería de nuevo una cuestión moral. O sea, la mierda perniciosa de la que estamos hablando, que no ves porque estás inmerso en ella. Lo mismo que los peces no pueden ver el agua, o nosotros el aire.

Para la discusión:

intolerancia-por-politica

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