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Hasta ahora no le hemos hecho caso a la economía del Calentamiento Global Acojonante. ¿Si no hay ningún motivo para pensar en un problema de calentamiento, por qué vamos a entrar en los números monetarios que le quieran poner? Pero es un error, porque de «consenso» (sin ninguna evidencia empírica) y de «coste social» sacan leyes o regulaciones. Como las de la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA) en Estados Unidos. Y por mucha fantasía que sea el problema de calentamiento, la regulación -y su precio- no tiene nada de fantástico.

Y ahora hay más motivos para que lo del «coste social» tenga importancia. El nuevo gobierno USA, con Trump, que se quiere cargar esa regulación. Pero no puede hacerlo simplemente «porque sí». Está basada en un imaginario «coste social», y eso da pie a que intervengan los jueces si alguien pone una demanda. Si hay un «coste social», hay damnificados. Y por tanto, demandas y juicios.

La entrada viene a cuento de una explicación / debate en el blog de Judith Curry sobre las alegres gimnasias del «coste social» de las emisiones de CO2.

No es nada difícil imaginar las guarradas que pueden estar haciendo con un cálculo sobre «coste social». Y la ventaja es que Wojik da una buena perspectiva. Modelos sobre modelos; sobre modelos; y sobre más modelos. Cuádruple salto mortal con tirabuzón «integrando».

  1. Modelos de emisiones
  2. Modelos climáticos (por las emisiones)
  3. Modelos de daños físicos (por el cambio del clima)
  4. Modelos de daños económicos (por los daños físicos)

Y con eso tienes … ¡tachán! … Integrated Assessment Models (IAMs). Que producen el «coste social».

The projected global economic damage is then discounted to present value. Finally, in a true tour de force, part of this far future damage is allocated to present day emissions on a per ton basis, even though a lot of future emissions are required for the damage projection. The result is a specific dollar amount of discounted future damages attributed by ton to today’s emissions. The SCC is based on averaging three IAMs, all of which project great future damages.

Además, al parecer, llevan los IAMs a 300 años en el futuro. Para así trasladar a ahora el coste social que en 300 años sí pueden imaginar fuerte, si le echan mucho empeño a la imaginación. Y la jugada es genial. De las emisiones de CO2, lo que vemos (como en medir) son beneficios. Crecimiento de todo el mundo vegetal, y con él los cultivos (y los animales). Y mejor clima (sea por el CO2 o sea por otra cosa). Pero si empezamos con la imaginación, y con el suficiente futuro, podemos soñar ciudades sumergidas en el mar. O tu terror favorito. Y así te pueden plantar ahora un coste que muy probablemente no se va a ver jamás. Es lo que llamamos alarmismo y que te rodea por doquier.

Imagina la chorrada descomunal. Pagas ahora por el imaginario daño futuro. Pero el daño futuro nunca pudo haber llegado, porque los modelos climáticos exageraban, porque se descubren nuevas fuentes de energía o se mejora la fusión, o por algo que ni siquiera podemos imaginar. Y la cara de tontos sería como para reírse durante un milenio entero. O hasta la siguiente glaciación, que entonces sí que va a dar la risa floja.

Lo suyo, por supuesto, es leer el artículo en lo de Curry. Y el debate, siempre interesante. Esto sólo pretende ejercer de tentación. Y apuesta a que con Trump vamos a hablar mucho de la coña del «coste social» de las emisiones de CO2.

¡Ah!, y también recomendable:

Añadido (poco posterior), por precisar. Richard Tol, uno de los pocos especialistas internacionales en la materia, explica en el debate en ca’n Curry:

It should be noted that the social cost of carbon has a precise technical meaning: It is the net present value of the future marginal impact of current carbon dioxide emissions. My discussion with Willis Eschenbach is mostly about Willis and others not understanding that definition.

Si lo entiendo bien, es el coste (o beneficio) que tendrá en el futuro lo que emitimos ahora. Un coste imaginario, por futuro. Y que depende, entre otros prodigios, de:

  • Lo que calienten las emisiones. No lo sabemos.
  • Lo que el clima vaya a hacer por sí mismo (sin contar las emisiones) en el futuro. No lo sabemos.
  • El efecto de ese calentamiento que no sabemos sobre el mundo físico. No lo sabemos.
  • La repercusión sobre la economía de ese efecto que no sabemos sobre el mundo físico. No lo sabemos.

Y a partir de cuatro cosas que no podemos saber, y tal vez algunas más, calculamos una maravilla que llamamos coste social de las emisiones de CO2.

Yo imagino que  la jugada trumpiana, en vez de señalar la imposibilidad y el ridículo de calcular ese coste imaginario, es hacer cálculos alternativos, igualmente gimnásticos, que produzcan un beneficio social del CO2. La gente (y los jueces) digieren mejor una predicción de risa que aceptar la ignorancia. Entre predicción de risa y la demostración de la ignorancia, se quedan siempre con la predicción de risa. Por si acaso, suelen decir. Y entonces es mejor darles predicciones contrarias, aunque sean igualmente irreales. Sólo aceptan ignorancia cuando tienen expertos que dicen lo contrario. Prefieren fantasías contrapuestas que la cruda realidad. Y eso es lo que hay que darles. Cuentos. Pero diferentes.

settled-science

Fuente:

David Wojik en el blog de Judith Curry: