Hace no tantos años había el convencimiento de que le religión era un fenómeno de capa caída. Al menos en los países a partir de un mínimo de desarrollo, y de instrucción pública. Pero poco a poco se empezó a ver que las previsiones no se cumplían. Las iglesias no se vaciaban, y todo el mundo seguía casándose por los curas. Aunque es verdad que el «show» es mucho mejor que en el ayuntamiento, y puestos a elegir, mejor el espectáculo completo. Y si todavía va gente a las iglesias, no parece que se lo tomen muy en serio, ni que se lo crean gran cosa. No tiene tanta influencia en sus vidas; en lo que pueden hacer o pensar, o en lo que tienen que demostrar. Y así, podíamos pensar que si la religión no ha desaparecido tanto como se podía haber previsto, sí se ha atemperado muchísimo, y ya no es una losa que pende sobre gentío. O sea, bien.

Ha habido un cierto revuelo blogosférico a cuenta de un artícuo de Pérez Reverte …

… donde cuenta -con su acostumbrada y terapéutica deshinibición, el calvario que ha tenido que vivir un empresario, conocido suyo, por ofrecer en un anuncio de prensa un puesto de «auditor», en vez de «auditor o auditora». Y larga fino sobre la inspectora de Trabajo y Asuntos Sociales que levantó la liebre («la pava»), y la «pandilla de feminazis» que pretenden imponer la lengua por decreto. Lo que corresponde, vamos.

La carga del progrerío ha sido de aupa. Véase por ejemplo el blog de Rosa María Artal, mi blog progre de cabecera, donde me entero de las imbecilidades que se nos vienen encima antes de que lleguen. Y ante los argumentos de los y las que atacan indignados a Pérez Reverte, ha sido como si hubiera dado un salto atrás en el tiempo. ¡Coño! Si otra vez me están diciendo lo que tengo que pensar y que sentir. Y lo que tengo que hacer para demostrar que pienso y siento adecuadamente. ¡Son los curas otra vez! Pero ahora, cucos, vienen disfrazados de Rosa María Artal.

Que se olvide el viejo bardo de la duda de Hamlet. Ese será el problema de los príncipes. Pero para la tropa, ahora, como siempre, el dilema es ser o no ser … homogeneizado.

Era un engaño pensar que la religión se había atemperado. Solo ha cambiado de aspecto. La buena noticia es que, cura por cura, Rosa María es más guapa. Y la mala que, papa por papa, Al Gore es infinitamente más peligroso.