Lo moral, por definición, por función, no se discute. Es código de conducta (incluye opinión), y si hubiera desacuerdo -que no debe- se arregla con violencia. Nunca se negocia ni pacta. Ni se mide; contextualiza; compara; sopesa; ni ninguna otra operación racional o lógica. Si la pederastia es inmoral, no hay nada que hablar. O la antropofagia; incesto; asesinato; o lo que sea. Pecado es pecado. Absoluto. Sin vainas.

La entrada viene a cuenta de otro asunto muy diferente. La -digamos- moral bastarda. La utilización para fines particulares de una herramienta social imprescindible. Probablemente una de las actividades más asquerosas de eso que conocemos por política.

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La moral tiene unas características muy especiales. Es de todos, o tiene que serlo. Necesita serlo. No sirve de gran cosa que -por ejemplo- la antropofagia sea una prohibición moral, si no la tiene por tal todo el mundo. No puede ser algo dependiente de la opinión o gusto de cada cual. De lo que algunos llaman «moral particular» — que es algo que no existe.  No funcionaría. Mi convicción de la prohibición moral de la antropofagia no es para que yo no coma carne humana; ya estoy convencido. Es para que no lo hagas tú. Por eso la moral se impone socialmente. Es (socialmente) obligatoria. Siempre. Y por eso no se discute (*).

La política es su exacto contrario. Aunque también versa sobre lo que podemos y no podemos hacer, y lo que hacemos como conjunto, quieras o no quieras, trata precisamente de la parte discutible del hacer social. Podemos pagar impuestos hasta aquí o hasta allí; o en esto sí, y en esto otro no. Pero eso es algo, precisamente, discutible. Y que discutimos. Y esa discusión es lo que se llama política.

Así sale un mundo claro, y civilizado; y todos nos entendemos. Hasta que llegan los cerdos con su moral bastarda. La confusión de la política con la moral. La moralización de la política. Que es la forma para que la política, lo discutible, no se pueda discutir. O sea, hacer anti-política (moral) de la política. Una guarrada de cojones. ¡Cerdos!

Vamos a poner un ejemplo. No es nada nuevo, pero sí es nuevo verlo por escrito. Y tan claro.

Bueno contra malo. Estableced el caso de que el clima debe encararse como un reto de cambio social histórico, en el que el progreso dependerá en parte en establecer el asunto en términos morales, de quién es bueno y quién es malo.

Es lo que solía llamar cuentos de buenos y malos, que versan mucho más sobre el «ser» que sobre el «hacer». Ellos son los «malos», y nosotros hacemos lo que queramos. Pero a partir de ahora lo llamaré moral bastarda. Porque no es sólo un cuento; es una herramienta social prostituida por los impresentables.

La cita viene de de Wikileaks, sección Podesta [–>]. Sacada por Larry Kramer en el blog Fabius Máximus [–>]. Y es parte de un documento de unos supuestos genios de la estrategia política, con recomendaciones a la Casa Blanca de Obama a cuenta del cuento del clima.

Es evidente que la moral bastarda no les ha funcionado a estos cerdos. La moralización del Calentamiento Global Acojonante no ha cambiado la opinión pública. Según se ve en las encuestas. Por ejemplo (Clic para fuente / ONU).

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Los cerdos dicen que la gente que no traga Cambio Climático Acojonante es anti-ciencia. Parece curioso, siendo «una buena educación» el principal anhelo que muestra esa encuesta de la ONU, y el Calentamiento Global Acojonante la última de las preocupaciones consultadas. Parece que los listos no se han dado cuenta de un detalle importante. La gente sabrá poco de ciencia, en general; pero sabe un montón sobre moral. Por la cuenta que le tiene; es imprescindible para circular en la sociedad. Y saben de sobra que ciencia moralizada, y/o política moralizada, o sea moral bastarda, son trampa. ¡Tienen las más elemental y obvia de las razones para no tragar!

No es sólo el clima, claro. En realidad todos somos cerdos, y lo intentamos a la que podemos. La imbecilidad de las «lenguas propias» no es nada más que la moralización de una lengua. La lengua como deber moral bastardo. El estado como «parásito» no está muy lejos de lo mismo — aunque es un reducto bastante friki. Y todos los etcéteras que quieras. Pero el disparadero del pitido de alarma es bien sencillo. ¿Me hablas de algo no discutible; de un deber más allá de la ley? Lo siento amigo; eso es moral, no es política. Estás guarreando.

Mantengamos la casa limpia.

Otra característica de la moral bastarda es que tiende a producir los mejores juguetes para el poder. Empeños que no se pueden conseguir, pero que por eso mismo tampoco se acaban nunca. Una fuente inagotable de ingresos para un problema artificial. La guerra contra las drogas; la normalización lingüística; el cambio climático; el terrorismo machista … ya te haces una idea. Nunca se avanza, pero nunca se para. Un sueño. Pero por hoy ya tenemos cuento bastante.

Nota (*). Hay mucha gente que no entiende que la moral no se discute; sino que, o está, o se impone. Posiblemente haya cierta polisemia en moral. Pero si la defines como código de conducta u opinión de un grupo, que es un observable, ves que su función es saber la conducta u opinión de quien no conoces, de antemano. Y eso significa que no es discutible; si lo fuera, no sabrías la respuesta. En ese sentido se ha usado aquí. Hay otras cosas que también se llaman moral, como las convicciones personales (no de grupo) profundas, pero no hablamos de eso ahora. No la liemos.