Gerardo Hernández Les

¿RUBALCABA O ROSA?

Participo muy poco de los blog en general, ni siquiera como lector. Suelo seguir el vuestro, que me parece interesante y de muy buen nivel, aunque yo sólo haya intervenido en el mismo de forma intermitente y esporádica. Pero en ocasiones, como es el caso, me siento impulsado a decir algo. Sobre esta discusión que mantenéis acerca de si es más útil derivar el voto a UPyD antes que al PSOE, creo que merece la pena puntualizar algunas cosas:

1) Pienso que quienes abogan por esa opción no sufrieron la represión y la intolerancia dentro de UPyD, aunque hayan sido militantes desencantados. Hablan con la frialdad que da la distancia y tratan de racionalizar la situación sin profundizar en la importancia de lo ocurrido. Me recuerdan -salvando las distancias, que no son pocas- la actitud de aquellos intelectuales europeos que se dolían de la monstruosidad de los procesos de Moscú y de los padecidos en las llamadas democracias populares, pero seguían apoyando al comunismo porque pensaban que era un sistema superior al capitalismo y el futuro de la humanidad, y había que perdonarle ciertos errores. Por cierto, que de toda la sarta de acusaciones falsas que se vertían en aquellos procesos había una que sobresalía sobre las demás: «los acusados trataban de crear una organización paralela». Bueno, pues es la misma acusación que sufrimos los expedientados por el Consejo de Dirección de UPyD. Y es la acusación que todas las organizaciones totalitarias de izquierda surgidas del marxismo han cargado sobre las espaldas de sus críticos.

2) Tratar de ver en Rosa menos peligro que en Rubalcaba me produce un poco de risa. Ya sabemos que sus votos no le darán nunca el poder que tendrán los de Rubalcaba, pero la naturaleza de profesional de la política (en el peor sentido de la palabra) es muy parecida en ambos. Los dos han formado, a lo largo de treinta años, su personalidad política en el espíritu autoritario de un partido como el PSOE. Sé de lo que hablo. Los que creímos que Rosa había hecho un ajuste de cuentas con el PSOE -como creo que lo hicimos otros- nos equivocamos gravemente. Dar el voto a esta clase de políticos se podrá hacer después de muchos cálculos de sociología electoral, pero nunca tomando como referencia la aspiración de regenerar o mejorar nuestra democracia. Y en el caso de Rosa no es sólo el voto focalizado en ella, sino en un partido en el que el grueso de los militantes –los que se quedaron- aceptaron sin rechistar la purga miserable que se estaba haciendo con algunos de sus compañeros que, por otra parte, ocupaban responsabilidades importantes en el partido. Un partido capaz de exhibir hacia fuera un programa interesante ante la ciudadanía –alternativo al de los dos grandes partidos nacionales- pero que lo desmiente en su praxis interna, por más que los medios de comunicación no hayan estado interesados en denunciar esta contradicción.

3) Para concluir y dejar claro lo que quiero decir. Cuando Rosa se volvió crítica en el PSOE, siguió manteniendo su cargo de eurodiputada conseguido gracias al partido y nunca fue víctima de las represalias que ella infligió a sus críticos en UPyD. A ella no la expedientaron nunca. El comportamiento que ella tuvo con los disidentes no lo ha tenido ningún partido político en España en más de 30 años de democracia. Digo esto porque ningún partido ha sido capaz de expedientar a su oposición interna antes de la celebración de su Congreso ordinario, para que no pudiera estar presente en el mismo y, además, para que no pudiera presentar ninguna lista alternativa. Rosa lo hizo. Y todo ello porque algunos militantes, partícipes en la fundación del partido, absolutamente fieles a su persona, sin que jamás discutiéramos su liderazgo, tuviéramos que decirle en algún momento que no podíamos estar de acuerdo con alguna de sus decisiones. Bien de forma personal, como me ocurrió a mí ante una situación de cierta trascendencia; o de manera colectiva, como en el Consejo Político de marzo de 2009, cuando casi veinte consejeros defendimos una moción a favor de las listas abiertas en contra de la postura de Rosa de listas cerradas para la elección del Consejo de Dirección en el Congreso a celebrar en noviembre. Rosa no podía tolerar que nadie le llevara la contraria, y quienes pensaban que el culto a la personalidad era la mejor forma de promoción política tampoco, y el tiempo les dio la razón. Aquel día comenzaron los acontecimientos que desembocaron en nuestros expedientes. Y no vamos a hablar de lo que sucedió en ese congreso.

Con esta trayectoria, la líder de UPyD se presenta a las elecciones del 20-N presumiendo de ser la representante más genuina de los valores democráticos y dando lecciones a los demás partidos. Y quienes conocimos sus métodos, directa o indirectamente, discutimos ahora sobre la conveniencia o no de entregarle nuestro voto, pensando en una pirueta estratégica que pudiera ser necesaria para el devenir de nuestra democracia.

En todo caso bueno es que podamos debatir esta cuestión o la que sea, y que en una democracia tan achacosa como la nuestra todavía podamos votar cada cuatro años lo que nos dé la gana, incluido no votar a nadie. Sí, lo que nos dé la gana, pero las cosas claras.

GERARDO HERNÁNDEZ LES