chimpances


watkins-domesticacionEsto es «para guardar», y disfrutar con calma y tiempo. Una serie de seis charlas del profesor Trevor Watkins en 2009, de unos 40 minutos cada una, explicando su visión -distinta- de lo que suelen llamar «revolución neolítica». Y aprovecha para ponerte al día del estado actual de la arqueología del Creciente Fértil. Con los últimos hallazgos, publicaciones, ideas.

Combate (muy civilizadamente – esto no es como el clima) la idea dominante. Una pena, porque por una vez la idea dominante me era muy grata. Pero Watkins me parece muy convincente. Discute el pensamiento habitual de que el paso a la agricultura y ganadería se produjo por el cambio climático del Dryas reciente [–>], hace unos 12.000 años.  Cambio climático > crisis ecológica > falta de caza > necesidad de agricultura > necesidad de asentarse > creación de núcleos urbanos > civilización.

Según Watkins ese proceso se estaba llevando a cabo mucho antes de ese cambio climático. Y aporta montañas de datos. Y alega que otros cambios climáticos igualmente fuertes y bruscos no habían resultado en el mismo fenómeno. Que hace falta algo más para explicarlo.

Una imagen «de las nuestras», para situarnos.

epi-y-paleolitico

Observa Trevor Watkins que ya había sociedades haciéndose sedentarias, y mucho más amplias que las bandas de cazadores transhumantes, antes de Dryas Reciente y de la explosión de la agricultura. De hecho, todavía básicamente cazadores, aunque en general de una caza menos «mayor». Y que la diferencia entre ese cambio climático y otros anteriores es que pilló a homo sapiens mucho mas sedentarizado, y urbanizado, y mucho más ya bastante agricultor y ganadero. Y que el cambio solo aceleró lo que ya estaba ocurriendo.

Me jode mi teoría de que la civilización no llegó por una ventaja, y que nadie se apuntó a eso voluntariamente. Sino que, siguiendo el esquema bíblico, fue producto de una putada. Para Watkins es producto del avance de la cultura simbólica, que permite «juntar» a varios cientos, donde antes solo se aguantaban unas pocos decenas.

Solo le falta explicar el por qué de este avance cultural. Parece dar por supuesto que fuera algo natural e inevitable, producto de la «cerebralización». Pero ese cerebro llevaba siendo igual casi 200.000 años, si no me equivoco. Y Watkins no presenta ninguna «presión de selección» previa al comienzo de la «sedentarización». Después sí, y suena bien. Sedentarización (un poquito) > crecimiento de población > presión de recursos > cocinar y comer grano > más sedentarización. Pero sin un disparadero obvio para el comienzo del baile.

Así que, modestamente, propongo uno.  Hijo, por supuesto, de mi materialismo inevitable. El peor enemigo del hombre, que ha superado a todos los demás grandes predadores, es el hombre mismo. Y una comunidad más grande es más fuerte que la vecina, si esta es menos numerosa. Eso podría ejercer una presión hacia el sedentarismo. Pero tampoco resuelve el problema de … ¿y por qué no antes?

No me hagáis caso. Solo era para chinchar un poco, y hacer hambre para disfrutar durante unos días de este lujo de conferencia. Clic.

watkins-Rhind-Lecture-2009

Santino es un chimpancé de un zoológico sueco, farruco  y peleón, que tiene sorprendidos a los investigadores. Por su extraña conducta. Ahí es nada; les ha entrado la duda terrible de si se puede considerar que ZP tiene una inteligencia al nivel de la de un chimpa, o no. Y este Santino parece ser la clave para desentrañar el misterio.

La criatura (clic):

Resulta que Santino estaba dando muestras de hacer planes para el futuro, que se consideraba algo exclusivo de los simios humanos (por ej. tú). O sea, hacer cosas ahora que solo van a tener sentido más tarde, cuando se den unas circunstancias que todavía no se dan.

En concreto lo que hacía era coleccionar piedras para tirárselas a los turistas. En la foto se ve el parque donde vive, y el camino que usan las visitas para cotillear. Como a todos los chimpas, los cotillas no le hacen ninguna gracia. Y la respuesta habitual (automática) es hacer un despliegue de «expresiones de dominio». Una forma de decir: ¡eh, que este terreno es mío, y aquí mando yo! En el caso de nuestros primos, se trata de simular una carga, ponerse erguidos, agitar ramas, batir palmas, y tirar piedras.

En este vídeo del Jane Goodall Institute lo explican y muestran un poco:

Otros simios tienen otros «shows». Por ejemplo, homo sapiens politicus:

Hasta aquí lo normal y conocido. Lo sorprendente es que Santinus llevaba piedras al sitio donde se encuentra con los visitantes, antes de que estos lleguen. Y así, cuando aparecían los cotillas, las tenía a mano para tirarles unas cuantas. Pronto por la mañana, se daba una batida por zonas donde podía encontrar proyectiles adecuados, y los llevaba al campo de tiro, dejándolos ordenadamente colocados en montoncitos de piedras. Luego seguía con sus cosas habituales. Y cuando llegaba la invasiva humanidad, estaba perfectamente preparado para la fiesta.

Aparentemente, un adelantarse a los acontecimientos. Algo de lo que ZP se ha mostrado siempre incapaz. ¿Son más inteligentes los chimpas? Esa es la gran cuestión que plantearon unos estudiosos que se habían enterado de las andanzas de Santino, y que publicaron en la literatura científica, en 2009 [–>].

Por cierto, la disposición del parque, con un río separando animales de humanos, parece hacer especialmente interesantes las piedras. Al fin y al cabo, el único sistema de acercarse y asustar lo suficiente.

La controversia estaba servida, y no fue poco el escepticismo [–>]. Se alegaba que los investigadores no le habían visto empezar a recoger las piedras a Santino, y no podían saber por qué lo hacía. Siempre cabía la posibilidad de que tuviera cualquier motivo desconocido para hacer montoncitos de piedras, y que luego diera la casualidad de que las piedras estaban allí cuando aparecían los turistas. Una explicación por la que nuestro héroe no superaría la inteligencia de ZP.

Pero de entonces a acá las cosas han cambiado.  Santino y los visitantes han ido desarrollando una escalada de estrategias, que no se sabe dónde puede llegar. Los guías del zoo, sabiendo lo de las piedras, llevaban a las vistas con cuidado. Y en cuanto Santino cogía un proyectil, se retiraban. Luego volvían al acabo de un rato, y se repetía la jugada.

No es que fuera muy peligroso. Los chimpancés no parece que sepan apuntar cuando tiran objetos; es solo «show». Pero siempre puede haber una casualidad, y un accidente.

Y ante la precaución que desarrollaron los guías, Santino espabiló. Dejó de hacer montoncitos con las piedras, y empezó a esconderlas debajo de hierba y de troncos. Y ha llegado más allá. Ya no hace el resto de exhibiciones de dominio. Al contrario, disimula. Por ejemplo, poniéndose a comer tranquilamente una manzana. Como un humano que se pusiera a silbar y a mirar al cielo. Y cuando los pardillos se han acercado lo suficiente por el camino, porque la bestia parece en calma, esta coge una piedra oculta debajo de algo, y ¡zas!, la lanza contra el grupo.

Lo cuentan en una nueva publicación que acaba de salir:

Se lo han puesto difícil a los escépticos. Parece claro que no puede haber otra explicación al cambio de conducta, de pasar de hacer montoncitos a ocultar las piedras. Santino se adelanta a la llegada de las visitas, y esconde las piedras para engañarles. Incluso cambia sus hábitos en el encuentro, en aras de conseguir su objetivo. Que parece ser abrirle la crisma a alguien, aunque afortunadamente no tenga la puntería suficiente. Pero todo es cuestión de entrenamiento y práctica. Y de paso ya sabemos que es incuestionablemente más inteligente que ZP.

Todo esto, y mucho más, lo cuentan y explican en Sciencemag.org:

Es repe, pero tiene coña:

Es curioso lo poco que sabemos de nuestros hermanos chimpancés. Su comportamiento en la naturaleza no se empezó a estudiar en serio hasta después de mediados del siglo pasado, con la gran Jane Goodall [–>]. Con la ayuda e impulso, cómo no, de Louis Leakey, al igual que el resto del trío de ases: Dian Fossey con los gorilas, y Biruté Galdikas con los orangutanes. La familia al completo.

Era la época en la que nos interesaba cómo somo los antropoides, y no cómo deberíamos ser. Ni siquiera había nacido Bibiana Aído, y la ONU no era un chollo para jubilar a cuenta del erario público a jóvenes politicuchos ya amortizados. Por eso sabemos algo de nuestra parentela; por el esfuerzo y cuidado extremo que ponían entonces para no influir en los objetos de nuestros interés, ni tratar de hacerlos políticamente correctos, iguales, o lo que sea.

Una de las primeras sorpresas con los chimpas es que cazan. Unas cuatro / ocho veces al mes, dependiendo de las zonas y posibilidades. Sobre todo otros monos, y lo hacen parecido a los perros; en equipo y emboscada. Y luego se reparten la comida. No solo entre los cazadores; también con las hembras y las crías. La caza es la única comida que comparten. Cuando comen fruta y los vegetales habituales, cada uno va a lo suyo, sin compartir nada con nadie. O hasta ahora.

La novedad es que en los poblados humanos que están invadiendo sus bosques, hay cultivos de fruta interesante. Por ejemplo papayas, que es un gran bocado, y muy nutritivo. Pero acercarse a las casas con los humanos por ahí es un negocio arriesgado, y solo lo hacen los machos más aguerridos, con permiso de Bibiana. Y lo curioso es que a pesar de ser fruta, lo toman con espíritu de caza, y hay reparto. Yo creo que sobre todo reparto «de ligue», aunque no solo. En este estudio de Hockings KJ, Humle T, Anderson JR, Biro D, Sousa C, et al. (2007)explican el asunto con todo detalle:

Y ponen dos breves vídeos explicativos que me he tomado la libertad de subir a youtube, para ponéroslos. Que no se entere la Bibi, que los capa.

Chimpa mangando

Chimpa ligando

Para mi que se parecen un huevo. A nosotros, digo; no entre si. La misma necesidad de un Ministerio de Igualdad. Y las mismas posibilidades de que un Ministerio de Igualdad les mejore la vida.

Ya, ya sé que hay muchos que pensáis que Zapatero es tonto. Pero es que no le ponéis perspectiva a la idea. Pedís demasiado, sin justificar el derecho a tal petición.

Por ejemplo, Zapatero cree que la tierra es del viento. ¿Y bien? ¿Qué pasa por que sea una imbecilidad? ¿O porque también sea una imbecilidad decir que el futuro de la economía española es tan grande como no sé que muñeco absurdo? ¿O pasearse por medio mundo con una copa que no ha ganado él? ¿O tantas y tantas otras? Decir imbecilidades no es el problema, todos las decimos (aunque no sé si tantas). El problema es hacerlas. Y la economía no es un asunto que se aprenda en dos tardes.

Perspectiva. Para saber si Zapatero es un tarado hay que llevar a cabo una prueba adecuada a los que se puede esperar. Que no se trata de comparar a todo el mundo con Angela Merckel. O con Sarkozy. O con Blair. Ni siquiera con el payaso de Berlusconi. No, hay que comparar con una cosa media y normal. Y si queda por encima, pasa, y si no, imbécil.

Por ejemplo, ¿es Zapatero capaz de cazar hormigas adecuadamente? ¿Y de romper nueces si ha perdido el cascanueces? Cosas así.

La prueba:

Os lo dije: prueba superada. Y con el tiempo, llegará a más. Seguro. Solo es cosa de paciencia. Y de unas cuantas generaciones.

Ya lo siento; me apasionan los prehumanos.

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