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Por Rafael Fernández-Cotta

Os hago un resumen que la cosa es simple. Hace 30 años a alguien se le ocurrió montar un evento metafísico, “convergencia armónica”, que básicamente consistía en reunirse y hacer montones de piedras. En su tiempo, tuve noticias del movimiento, y aunque yo no me presto a esas cosas, a mi me pareció por aquel entonces una costumbre estupenda, por no decir fenomenal.

Analizamos el tema detenidamente. Se trata de hacer pirámides de piedra, pero también valen dólmenes, o lo que sea, siempre que emule a algo natural o primitivo. Algo así como encontrar la armonía con la naturaleza haciendo cosas que hacían los humanos antes del pecado original.

Ya saben que soy una persona simple, y como amontonar piedras es una de las cosas mas simples que puede hacer un hombre, aunque no sea mi afición, les tengo cierta empatía. Y por eso, cuando hace 15 años me enteré que seguían con la costumbre, me entro ese pequeño re gustillo que da cuando algo con lo que comulgas, sucede. Pero sin darle la menor importancia, porque a mi me da un poco igual.

El caso es que al leer la noticia he vuelto a encontrar cosas enormemente positivas en el movimiento. Son turistas, y vienen a España a gastarse el dinero, y eso lo primero. Han movido las piedras en un espacio de 200 metros de playa, con 150 metros de fondo. La altura de las pirámides es de mas o menos un metro. Yo lo veo poca cosa, mas que nada simbólica. Venir de Alemania, 6.000 km entre ida y vuelta, una persona que con su equipaje pesa mas de 100 kg, para mover unos metros apenas media tonelada, que es lo que puede pesar una pirámide de un metro de altura. Por otra parte, ver romper las olas en las pirámides, tumbando algunas, que bonito, con tanta maldad como hay en el mundo, a mi me parece una costumbre estupenda. Sobre todo para los ingleses, que estando cansados de acarrear tantos kilos, se duermen mas temprano y se emborrachan menos.

Pero llevo unos días reflexionando, y seguro que estoy equivocado. Mi opinión puede estar contaminada, porque es un movimiento que me gusta y eso no me deja ver las perversas consecuencias que tiene.

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Ni más ni menos, el decano del Colegio Oficial de Biólogos de Canarias, Matías Fonte, que seguro que tiene unas razones que yo no alcanzo a ver, nos asegura que mover piedras es malísimo.

El catedrático seguro que tiene una opinión formada, yo sobre el tema soy un don nadie, sin título que acreditar en la materia. Así que tengo que abrir mi mente, quitarme los prejuicios y valores que puedan contaminarme, y reflexionar sobre las razones que nos da tan honorable eminencia.

Vamos a enumerarlas, a ver qué os parece.

Lo primero que señala, es la alteración paisajística. Y me ha dado en la linea de flotación. Claro, a mi las pirámides me gustan. Pero me gustan porque pertenezco al grupo de los simples, no porque no sean una aberración. La estética es algo subjetivo, y sin duda yo estoy contaminado por mi ideología simplista. Esto es algo sobre lo que tenemos que reflexionar, y como los aficionados a leer esta plaza sois personas sofisticadas, distintos a mi, en simpleza, vuestra opinión puede ser cualficada y enriquecedora.

El segundo punto que señala es la sombra que da la torre. Eso no lo entiendo. ¿Conocen Vdes Tenerife? Anda que no tiene bloques de hormigón, km y km2. Anda que no da sombra el Teide, de un lado a otro de la isla, y anda que no es bonita la sombra, cuando amanece.  ¿Que mas dará unos montoncitos de menos de un metro en apenas 3 has? ¿De verdad un poco de sombra va a cambiar la ecología de la playa?

La tercera razón que nos da es que las piedras pesan sobre el terreno. A mi me resulta completamente incomprensible. Pero, que una piedra pese, ¿es malo?

Y por fin el señor catedrático se centra en lo importante, “sobre todo, ocasiona “una pérdida de hábitat para animales y plantas, porque debajo de cada piedra hay todo un ecosistema de vertebrados e invertebrados, de bacterias, líquenes y hongos” que se ve perturbado cuando las levantan. Algunas de las especies animales más afectadas son los burgados, lapas y cangrejos.

Pues yo digo que no. Si la piedra A, que esta debajo de la B, la pones encima, al poco todos los bichos, se pasan a la B. Yo soy simple, pero he sido niño. Y como todos, levantábamos las piedras de la playa para buscar bichos. Pero casi nunca los cogíamos, porque los bichos salían corriendo. No se mueren por eso, porque corren. Menos las lapas, que esas no corren. Y en cuanto a las bacterias, liquines y hongos, a mi me parece que les importa tres pitos donde pongas la piedra. Al poco, el nuevo nivel sobre el agua al que se encuentre la piedra determinará la nueva colonia que se establezca.

Y no es un solo sabio quien opina lo malo que es mover piedras. “Mover las piedras de manera artificial resta información sobre el terreno en el que se asientan, porque las rocas son los libros en los que leemos la historia de la Tierra”, indica el catedrático de Petrología y Geoquímica de la Universidad de La Laguna, Ramón Casillas. “

Y lo malo de todo esto es que soy un cabezón. No lo comprendo y quiero comprenderlo. Y cuando las razones lógicas se nos escapan, empezamos a buscar razones cada vez menos lógicas. Y puestos a dar respuesta a lo incomprensible, (la sarta de disparates que dicen sendos catedráticos), pienso que es posible que existan razones ocultas, una conspiración, o una toxina… debajo de las piedras, que no pueda saberse para que no cunda el pánico.

Añadido visual para hacerse una idea (pm):

 

Añadido para los comentarios (Cathlyn Schizo):

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